Hoy en día las aplicaciones nos dicen dónde ir, que comer, que comprar,… ¿por qué no como debemos vestir? Un asistente virtual que en base al calendario, actividades del día, reuniones, viajes o eventos, elija tu atuendo ideal y, sino lo tienes, te lo compre. Esto es algo que, en gran parte, ya se puede conseguir y que cada vez está más normalizado.
Las grandes empresas ya están afrontando este cambio en varios sentidos: la automatización de procesos, la integración de la inteligencia artificial y la de incorporar elementos que pongan al cliente en el centro de la cadena de valor.
En Estados Unidos, que suelen adelantar algunas tendencias económicas, se cerraron más de 8.000 tiendas, de las cuales 6.700 estaban vinculadas a la moda. Por primera vez se superaron las 6.163 que bajaron la persiana durante la crisis financiera de 2008. En aquella ocasión el problema era del capital, ahora está motivado por un cambio notable en el comportamiento de un consumidor tecnológico y digitalizado. Las noticias que indican este cambio se suceden en todas partes. Muchas tiendas en España están cerrando o entran en pérdidas.
Un ejemplo de cómo las grandes marcas piensan afrontar esta transformación es la apertura que el grupo Inditex piensa hacer en Londres. Hace pocos días se inauguró una tienda en las afueras de la capital británica donde solo se podrá comprar online. El local expone una pequeña parte de la colección y permite al cliente ver esos productos físicamente y comprarlos a través de su web oficial. Una vez tramitado el pedido, el comprador puede recoger su pedido en esa misma tienda. Se trata de un espacio sin probadores ni cajas de cobro.
A partir de anécdotas como la de sus espejos pantalla, en los que se muestran cómo quedan las prendas expuestas en la tienda y maneras de combinar dichos artículos, se esconde una prueba piloto que persigue obtener datos masivos de cada una de las acciones y gestos que hacen los potenciales clientes. El conocimiento de esto va a ser fundamental en los próximos años. Es obvio que este es el primero de muchos espacios similares que seguirán mezclando ambas realidades, la analógica y la digital. Algo que, por otro lado, harán el resto de marcas y minoristas a medio plazo.
Dentro de la innovación en el comercio minorista si hay algunas tendencias de tecnología de consumo que destacan son el aumento de la demanda de productos en tiempo real, las compras en línea altamente personalizadas a través de suscripciones y servicios y el incremento de las interfaces conversacionales basadas en inteligencia artificial. Este último punto fundamental para la mejora del servicio en todos los sentidos. Por ejemplo, poder preguntar por voz a la aplicación donde está lo que deseas comprar o incluso exponiendo por pantalla como te quedaría y sugiriéndote otras según tus gustos.
Sin embargo hay mucho más. Las compras online personalizadas permite experiencias mucho más rentables. En algunas empresas ya se trabaja con sofisticados algoritmos para preparar cajas de artículos personalmente seleccionados. Los clientes ya no necesitan pensar en la ropa que compran porque la relación comercial se vuelve más inteligente en función de lo que el cliente mantiene o retorna. Algoritmos que ya trabajan en una nueva manera de servir productos mucho más compleja como, por ejemplo, la impresión 3D. Esta sustituirá la demanda actual en tiempo real por los avances en la tecnología textil de fabricación 3D ofreciendo compras personalizadas a tus gustos.
Los datos, la inteligencia artificial, la impresión 3D, la personalización y la integración de lo analógico y lo digital van a revolucionar todo el modelo productivo y económico de la moda. La primera en llegar al sector ha sido la venta online pero no será la única.
Es obvio que el futuro de la moda pasa por la digitalización tecnológica. Productos personalizados, recomendados por inteligencia artificial, con automatizaciones en la compra y la entrega, con datos masivos trabajando por y para nosotros y, cada vez, con menos necesidad de espacios físicos.